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Ética y Democracia: Una aproximación a un debate desde la dimensión ética (página 2)



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Conviene recordar ahora que la democracia no
es doctrina, ni siquiera elemental conjunto de garantías
institucionales, mucho menos simple procedimiento. Es
un trabajo, un
esfuerzo, una tarea nunca terminada por mantener unidades,
siempre limitadas, de elementos desemejantes y complementarios.
No hace falta ser prestidigitador para reconocer por doquiera
indicios de desajuste en todos los niveles, crisis de
instituciones
y valores,
sinfín de caminos ignorados que se agrietan, con la pesada
vacilación de no saber si conducen a alguna parte.

Una profunda angustia resulta inevitable, a nada que uno mueva
más allá de las coordenadas que pautan el pragmatismo o
el optimismo bobo de la inconsciencia. Respecto de la
participación social y política, el
individualismo esta llevando a una reducción de las tasas
asociativas y un declive del interés
por la política. Esto hace que la movilización
cognitiva sea baja, por eso evadimos discutir sobre
política ni ambicionamos persuadir a nadie de nada. Se
viene proclamando el fin de las ideologías.
Lamentablemente no hay evidencia que ese fin haya llegado o este
por llegar. Mueren unas, pero nacen otras de parto natural
o provocado. La de la "mano invisible" se resiste a morir,
incluso aparece remozada. Lo mismo ocurre con la "neu-tralidad"
aséptica de las ciencias en
general y la "naturalidad "irreversible de cualquier avance
tecnológico. Que hemos aludido de paso para la
descalificación de La Antropología y de La Filosofía en gesto de torpe y alegre
irresponsabilidad, a fuerza de
descolorido maquillaje cosmético y con el prefijo "neo"
resurgen viejos liberalismos. Sin alternativas aparentes, el
capitalismo,
como vía única de progreso económico, coge
también nuevo aire. Por
supuesto en el terreno mediático algunos siguen creyendo
que el "medio es el mensaje," quedando vulnerable así las
masas frente al "pensamiento
único" domesticador de conciencias que implacablemente
avanza y se impone.

Ideología relativamente nueva es la que pretende
sofocar la necesidad del absoluto en el hombre y
reducirlo solo a dimensiones en su capacidad de consumo,
capitulo aparte, merece la peligrosa ideología que subyace en el discurso, muy
de moda en la
última década acerca de la ética y
los valores, a
el regresaremos luego.

Nada pues, de fin de las ideologías. Siempre las hubo y
las seguirá habiendo. El hombre parece
condenado a engañar y a engañarse, parecería
no poder tolerar
la vida sin "Falsas Conciencias" el intento despiadado y
inquebrantable de la ciencia por
desenmascarar mitos
ideologías válidas y necesarias, nunca
llegará a un final feliz.

Lo grave hoy, no es la existencia de doctrinas, sino la
pretensión sistemática de declararlas inexistentes,
lo cual lleva a desactivar la capacidad critica y a declarar
inútil cualquier esfuerzo reflexivo serio. Apenas queda
espacio que no sea, el puramente instrumental.

Las grandes energías humanas no se orientan a la
comprensión, sino al logro de una rápida
adaptabilidad. En este contexto, autoritario y profundamente
conservador en su apariencia de moderno y vanguardista, resulta
fácil acusar de inoportuno o descaminado cualquier intento
sostenido de reflexión crítica.

Para que la incertidumbre, personal o
colectiva, no acabe en la desmesura, o en una patología,
se impone la incesante voluntad reflexiva, firmemente con mucha
disciplina,
probablemente limitada. El hombre racional, a pesar de reiteradas
y ciertas evidencias
contrarias, todavía no puede de manera alguna abdicar de
su facultad de comprensión necesaria. Para poder vivir
humanamente requiere de alguna cercanía a lo que ocurre
así como alguna aprensión de lo que puede llegar a
ocurrir.

Hay una segunda razón sustantiva para el esfuerzo
abstractivo. Frente a una "sociobiología" excesivamente
postmoderna que tiende a semejar la evolución de las culturas a la
evolución biológica, y que lleva incluso a
extrapolar el darwinismo de la selección
natural para explicar fenómenos societarios, es preciso
reivindicar el papel activo de la razón humana en la
configuración del por hacer. La historia no ha concluido.
Tampoco el futuro deriva de determinismos ciegos o fatalidades.
El Caos no crea por sí solo, un orden nuevo, al menos en
el orden social. Concretamente la ya celebre "mano invisible" que
sin importar terribles costos humanos y
pretiriendo permanentemente soluciones o
problemas
reales en el corto o mediano plazo que se encargaría de
lograr alguna vez un orden justo, no pasa de ser un mito
ramplón y cínico además.

Recurrencia
fácil a la ética

Una de los colosales contrasentidos de inicio de este nuevo
milenio es, el despropósito que es el negocio global del
consumo, la verdadera guerra se da
en el escenario de lo simbólico. Ello explica por ejemplo,
el hecho de una academia más y más sojuzgada,
hipotecada y sin autonomía a través de una red de "fundaciones
empresariales" al servicio de
cierta cultura .Le
han doblado la cerviz a una intelectualidad esterilizada, hay un
monopolio
prácticamente absoluto de la función
Sociabilizadora por parte de los medios y las
nuevas
tecnologías de la información.

En ese mismo escenario hay que situar el discurso ético
de moda, lo que algunos han llegado a expresar como "modetica"
"eticismo", hay quienes hace casi dos décadas denunciaban
como suspicaz "el recurso a la ética en una época
de Cambios". Los años subsiguientes han venido a confirmar
aquella sospecha inicial. Como moda en curso, resulta que el
origen de todos los males que agobian al mundo en decadencia
extendida de los valores
morales y por lo tanto habría que convocar una especie
de cruzada universal para la recuperación de los mismos y
para la proclamación formal y consensuada ética,
como panacea es pura ficción.

Ética
¿Una moda?

La ingenuidad o el cinismo del diagnóstico son tan grandes que algunos
"intelectuales"
especialmente, desde Europa se han
atrevido a sugerir la necesidad de elaborar un código
único de ética para la humanidad en su conjunto,
apelando además para ello a un acuerdo entre todas las
religiones de
la tierra.
Para fundamentar la propuesta han llegado a afirmar que el "mundo
en que vivimos" no conservará posibilidades de
"sobrevivencia mientras siga existiendo espacios para
éticas diversas, opuestas o antagónicas". Ya que un
mundo único globalizado necesita un talante ético
fundamental. El proceso de
búsqueda para sentar las bases aceptadas universalmente,
sobre las que podamos construir un nuevo consenso moral y
ético es necesario pero puede ser largo y doloroso.

Otros prefieren mirar hacia atrás, a fin de rescatar lo
recuperable de aquel sustrato humanista, original que el liberalismo
fue perdiendo, aquella pasión del deber dictado por la
voluntad de conjurar la dinámica del egoísmo individual.
Aquel período se ha cerrado. En las sociedades
actuales doblemente secularizadas, desprendidas de cualquier
imperativo categórico e incluso, de aquellos supuestos que
impliquen deberes propiamente dichos, no hay lugar sino para una
ética "Light" minimalista restrictiva.

La también constatable premura de la "Academia" de
desempolvar viejos e inoperantes códigos por los que las
respectivas profesiones autorregulaban su ejercicio. En esa misma
dirección, las cátedras de
"ética profesional", hasta hace poco accesorias, dentro de
las innumerables carreras hoy son fastuosamente promocionadas,
especialmente Centros de Estudios Superiores, que dicen ser ellos
los que mayor énfasis ponen en el desarrollo de
la familia y
como aclara Richard Lanham. "Nuestro mundo noético esta
cambiando, así como la visión de mundo basada en la
antigua Grecia
notablemente dominadora esta siendo substituida, como
ocurrió ya en el Renacimiento
Europeo ha venido a ser como la restauración de la cultura
retórica".

Así que cualquier institución que se valore,
incluso las "bancarias" contrata profesionales con retribuciones
considerables "expertos" en ética, para que
precipitadamente desarrollen seminarios expeditos de adiestramiento o
de "barnizados" para su personal.

Indagación
causal

No es mi intención, no es el lugar ni el momento de
analizar a fondo las causas de esta efervescencia ética.
Devenida en moda. Quizás la más profunda tenga que
ver con el conflicto
"estructural" del propio individualismo liberal que, al
desconocer al otro, niega cualquier posibilidad a una genuina
ética, siempre racional. Obviando de alguna manera el
fondo del problema, se estaría ahora por encontrar una
ética funcional y adaptada a un individualismo "de rostro
humano".

El pragmatismo tosco y los reduccionismos mercantil y
consumista, cierran perspectivas y acortan recorridos, lo cual
lleva irremediablemente a la degradación o al simple
aburrimiento.

Lo que parece evidente es que el recurso compulsivo a
instancias éticas es un atajo inviable y tiene que ver con
el fracaso de los grandes breviarios ideológicos, que
parecen no responder con eficacia
suficiente a las urgencias del momento. La ética
tendría una función supletoria, constituida ella
misma en ideología Superior. No se puede pasar por alto,
en esta rápida enumeración de causalidades, el
último descubrimiento de mercachifles, ensayistas y
comunicolos asesores de imagen: La
ética también vende. Es decir ha pasado a tener su
propio lugar privilegiado en el anaquel del mercado
Global. Por aquello de los escenarios simbólicos:
asistimos todos los días y de cara al espectro
mediático, perplejos más que escandalizados a la
frívola incautación de los valores morales. El
vicio y la virtud, en amalgama indigesta, se convierten
así en espectáculo rentable, ¿rearme moral o
desarme definitivo? Contradicciones del sistema.
¿Maniqueísmo obtuso? ¿Esquizofrenia
inducida?. Todo es posible.

Democracia
bulímica

La crisis de valores remite, en el fondo, a una inestabilidad
de la democracia. El mundo incrédulo evidencia que la
desaparición progresiva de las dictaduras y totalitarismos
de toda ralea, no ha conducido de hecho a un mejoramiento
cualitativo de las democracias. La frustración es
creciente y universal, más y más, la crisis
perturba a los modelos o
sistemas de
convivencia, entre comunidades humanas. Definitivamente el
conflicto es social y político, además de
económico.

A una ética precaria y minimalista la acompaña
una democracia restringida, en los países de una vieja
tradición democrática, el sistema presenta graves
síntomas de agotamiento, ejemplo de esto es, el
crecimiento acelerado del desinterés por la
política. Así como el repliegue compulsivo en la
vida privada. En los demás países y en las actuales
condiciones del mundo, el modelo de
democracia occidental es sencillamente inviable.

Se consuma la paradoja de las paradojas: el neoliberalismo
conduce inexorablemente a la negación de las libertades,
la de las personas y la de los pueblos. Sin cambios profundos,
que sin duda vendrán mucho antes del fin de la historia,
si hay fin de la historia. La humanidad camina por un
despeñadero de una deshumanización creciente. A
escala planetaria
crece el abismo de las desigualdades económicas, de
recursos y de
oportunidades. Se despliegan también en reacción
defensiva y de sobrevivencia, los nacionalismos explosivos y peor
aún los fundamentalismos, se intensifica la violencia, el
rechazo, la xenofobia, la
intolerancia religiosa, a lo interno de cada pueblo, crecen la
rabia, la desesperación, la frustración o
simplemente la abulia.

Dos epifenómenos recientes del liberalismo vienen a
agravar el debilitamiento del ideal democrático como
posibilidad. Ambos tienen que ver con los requerimientos
expansivos del gran capital. Nos
estamos refiriendo a la "Imperio del mercado" y a la
dinámica inducida de la "globalización".

Dictadura de la
mano invisible

La economía de mercado y la democracia
política están muy lejos de ser las dos caras de la
misma moneda. Solo podrían tener en común que
ambas, limitan al Estado
absoluto. Podría expresarse que un sistema abierto,
político o económico es la condición
necesaria, para una evolución de la libertad.
¿No hemos visto acaso a regímenes dictatoriales en
la propia América
Latina, imponer la economía de mercado?

El "poderío del mercado" es otra cosa, fenómeno
mucho más reciente. Lejos de ser condición de
democracia, pasa a ser antitético de la misma.
¿Dictadura del
mercado? Si por una doble razón. En el terreno
estrictamente económico, por su tendencia natural a burlar
la competencia y a
armar grandes entramados monopólicos. En el terreno
ideológico, por la falsa conciencia
masivamente inoculada, de que nada en la vida tiene valor, sino en
la medida que posea valor en el mercado. El monopolio acaba
negando la libertad económica, el nunca bien cuidadoso
libre juego de la
oferta y la
demanda. El
consumismo degrada la condición humana. En esas
circunstancias la democracia queda reducida a simple caricatura
insustancial.

Distribución
universal

Nadie en su sano juicio podría ubicarse en contra del
interés al acercamiento entre los pueblos. Con recto
juicio también debe ser celebrado el descrédito
corriente de los nacionalismos estrechos; y más si buscan
la confrontación por la confrontación misma.

Desde otro ángulo es motivo de orgullo, el hecho de que
la humanidad haya obtenido formidables logros técnicos,
que posibilitan el intercambio vertiginoso de la
información así como el
conocimiento de personas y pueblos. Nunca se puede dejar de
apostar por la busqueda de medios e instituciones con
competencia, eficiencia e
inteligencia,
orientada a resolver los problemas que sofocan al conjunto de los
pueblos.

La universalización de moda, se origina por las
necesidades expansivas del capitalismo económico sobre
todo financiero, pretende incluir y construir una
globalización despareja, que niega las diferencias
legitimas y consagra las ilegitimas. En el gigantesco
supermercado planetario habría lo de siempre:
dueños, gerentes, consumidores cautivos (aportando mano de
obra barata) y excluidos, cada vez más y más
excluidos.

Dos reflexiones adicionales al respecto: La primera obvia y ya
insinuada , es el intento triunfalista de mundialización
que va acompañado al hecho de una segmentación acelerada y reactiva, con
expresiones a veces brutales que hoy se multiplican y la segunda
es la dinámica forzada y totalizadora donde se alojan las
posibilidades de una democracia para todos. Que luce en actitud
vacilante de repliegue en la lucha por la sobrevivencia,
así no se pueden fraguar democracias.

Todos y con
todos

Quizás lo que está en la raíz más
profunda tanto de los valores morales como en la crisis de la
posibilidad democrática, sea el desconocimiento o la
insensibilidad frente al otro. Ética y democracia son en
fin de cuentas, el
arte de vivir
de unos y de otros, de unos con otros, de todos y con todos.

El descubrimiento del individuo en
cuanto a tal, en el Renacimiento y en
la época moderna, supuso un evidente avance civilizatorio.
No puede ni debe ser negado. La felicidad es siempre de humanos
individuales y por supuesto son individuos los que se
empeñan en buscarla. El sano individualismo no sólo
no puede ser descartado, sino debe ser reivindicado. Lo que han
llamado crisis "estructural" del individualismo apunta,
más bien a la perversión que conduce a un yo
clausurado y solipsista, reducido o privatizado, encogido sobre
si mismo, activado solo por energías centrípetas. A
este plácido suicidio
parece inducirnos el liberalismo en boga. Inmolación por
un lado, homicidio
colectivo por otro, por efecto del alejamiento o de la
exclusión, los demás pueden acabar muertos en vida
de uno y de los otros.

Esta ausencia de los demás en la conciencia propia,
deja sin sentido a la ética así como a la
democracia misma. El remedio no esta en la "buena voluntad"
sincera o cínica, de quienes se limitan a propiciar
campañas altruistas de diverso genero o
"voluntariados" prescritos, mucho menos en quienes dicen alentar
un "egoísmo solidario". Léase "Capitalismo con
compromiso social".

Aislamiento en lo
privado

Como no podía ser de otra manera el desconocimiento del
otro y sobre todo el desconocimiento del otro en cuanto a otro
acompañan la disolución progresiva de los espacios
propios de lo social y lo público.

Los espacios que deja en la orfandad un poder estatal en
acelerado declive y está siendo copados
fácticamente por el poder de nuevo molde, un único
mercado integral, compuesto por una red de consumidores que solo
asoman al mundo a través de la pantalla de la tele ( los
privilegiados también por la Internet). Predomina
así una sofisticada y homogeneizada cretinización
de la existencia. En ausencia de verdadera opinión
pública acaba por imponerse la opinión mejor
mercadeada. El político por su parte abandona cualquier
debate
preocupado tan solo por vender su "imagen". El "pensamiento
único" convierte en desechos los pensamientos
plurales.

Desaparece el sujeto, para convertirse en simple data
humana objetivada.

En estas condiciones, hasta la represión tradicional
cae en desuso. El nuevo poder fáctico se limita a atomizar
y descomponer a los que privados ya de identidad, se
mantienen en el borde inferior de la sociedad,
refugiados y a la defensiva, al margen de proyectos y
elecciones. Solo aspiran a sobrevivir y poder drenar
energías con drogadicciones de diversos tipos.

Sin espacios propiamente sociales, la ética no puede
ser mínima y preservativa. La democracia, en el mejor de
los casos queda reducida a rutinario e inútil
procedimiento.

Inacabado
diagnóstico y posibilidades

Aunque en este tramo, puede parecer lo encontrado, la
intención del presente planteo no se circunscribe al
diagnóstico, siempre insuficiente pero inevitable, la sola
descripción, en una época de
estridente ruido verbal,
podría representar algunos señalamientos
más, acerca de otros discursos en
boga. Es decir más vacío añadido al
vacío. Sin embargo el mutismo, sobre todo en esta
época paradójicamente tan ensordecida por algunos
silencios, no puede ser la postura adecuada.

Si llega a ser conocida-cosa no siempre fácil, el
tratamiento debe seguir al diagnóstico. Sin olvidar que en
todo genuino esfuerzo reflexivo crítico, hay ya alguna
propuesta al margen de esa realidad, ensayaremos la
explicitación esquemática de un intento de
aproximación, por supuesto limitado orientado a intentar
sincerar el quehacer ético y a posibilitar la
recomposición de la democracia. Poco más que la
enumeración de algunas sugerencias.

Aproximaciones a
una postura fundamental

En una primera aproximación, negativa, la ética
en manera alguna puede ser codificada. El código tiende a
ser estático y nunca representa más que el resumen
de un acuerdo parcial sobre formas de comportamiento.

Inútil esfuerzo el de tratar de revitalizar la
ética rescatando códigos, ni siquiera
creándolos de nuevo. Mucho menos como queda insinuado,
cuando las pretensiones son de universalidad.

En una segunda aproximación negativa, pero al margen de
los códigos, la ética ni siquiera consiste en
normas, aunque
estas acaben siendo su reflejo. Esto es especialmente
válido en la situación actual tan transformada, tan
plural, tan incierta y tan dinámica. Más que
normas, lo que hay que afinar son aptitudes, inclinaciones
sostenidas, opciones de fondo.

En una nueva aproximación, ya no negativa, la
posibilidad ética, supone la reactivación del ser
humano como sujeto diligente y diferenciado. Plenitud de
subjetividad en el mejor sentido de la palabra. La ética
genuina esta experimentada en la elección y creatividad,
supone conciencia de si y en definitiva equivale a una
intransigente perseverancia en el propio ser. Contra una
preferencia predominante en muchos críticos dicho sea de
paso, la pertenencia a las masas, por sí sola, no
tendría que ser un obstáculo insalvable, para la
realización del sujeto propio. (léase, socialismo,
democracia participativa).

No haría falta recordar, a estas alturas que no hay que
sujeto humano ni posibilidades éticas sin el
reconocimiento del otro como tal y no estrictamente tolerado (es
urgente replantar el debate sobre la verdadera tolerancia),
más aún la vida moral, que es creencia, apuesta y
arrojo, tiene su fuerza última en el amor,
entendido este como reconocimiento y entusiasmo por lo ajeno en
cuanto ajeno.

Desde esta perspectiva, es preciso resituar al sujeto en el
universal humano. La tolerancia deja de ser virtud moral
cuando es el resultado de simples acuerdos consensuados.

Por supuesto, la vida moral se ahoga fuera de espacio de lo
social. Quedo dicho ya que la crisis de valores morales se
origina en la perdida de oxigeno de los
cuerpos sociales, debido principalmente a la absorción
de sustancia humana por parte de un liberalismo consumista,
depredador y narcotizante.

De ahí la insistencia nuestra en afirmar que no hay
solución radical sin reformas "estructurales". La
posibilidad ética es, siempre y también un problema
político.

Realidad
histórica de la ética

La vida moral quehacer inacabado, trabajo más el
sendero, es en última instancia, como se ha dicho.
Secuencia de decisiones con fundamento. De igual forma
sabiduría de una libertad responsable.

La ética es permanente reflexión crítica
sobre valores institucionalizados y en esa medida le es
connatural un cierto inconformismo sin prejuicios. Distanciada de
utopía, se alimenta de proyectos y de ideales.

Las exigencias éticas siempre han estado en
agónica minoría, frente a la realidad mayoritaria.
Nunca ha sido la voz de lo dominante. En tensión sostenida
entre lo real y lo posible, el empeño ético siempre
comienza de nuevo y si hay algún acento triunfal en su
tono, no es signo de regocijo sino aliento de resistencia.

Su objetivo es la
felicidad, incluso el placer en su sentido más amplio y
noble. Hace dos o tres siglos la reivindicación del placer
podía ser revulsiva y hasta revolucionaria. Es preciso hoy
rehabilitar una moral cuya inquietud es la imaginación que
adivina posibilidades. Una moral de la discordancia y de la
disidencia responsable, con espacio abierto para lo imprevisible.
Una moral que no renuncia a la identidad y a la diversidad frente
a la debilidad. Si algo permite la moderna sociedad urbana, es la
proliferación incontrolable de grupos y de
normas, que preceden de múltiples iniciativas dispares. En
ese contexto y por el momento parece saludable una positiva
infinidad de pertenencias.

Derechos de todos
,democracia

Decíamos que la crisis de valores remite a una crisis
de la democracia, lo cual es cierto en dirección inversa.
Ambas, en mutua relación y en última instancia,
más allá de discursos vacuos, predomina la acción
refleja, no son sino síntomas de una descomposición
sistemática. Más no puede hablarse de
democracia. Viva allí donde no estalla la
indignación ante el desprecio de los derechos humanos,
todos los derechos , los derechos de
todos, frente a la mundialización descarada, criminal, que
afecta las tres cuartas partes de la población de la tierra, sin
justicia
social en todos los órdenes , es imposible hablar de
democracia , en la que solo se ocupa y se conforma con elegir los
gobernantes de turno, es vergonzoso, necesario es avanzar como
expresión de resistencia, de esfuerzo combativo y
liberador frente a la lógica
dominante.
No hay que temer, esquivar o preterir los conflictos,
hay que confrontarlos, ya que precisamente la conflictividad
social está en el fundamento de la democracia, sino
seguiremos nuestra lamentable marcha como mulas tahoneras en
una democracia al por menor.
Ella solo puede progresar a
impulsos de la voluntad de los ciudadanos, de obrar y aportar
responsablemente en la vida pública.

Información y
democracia

La recomposición de la democracias obliga a afrontar en
un debate a fondo del que no puede quedar excluido nadie, el
crecimiento de la desigualdad atomiza la sociedad, vulnerando los
mecanismos de de cohesión social y política,
desgastadas las representaciones simbólicas. La
política no fija el rumbo necesario de los cambios en
marcha, la complejísima problemática de los medios de
comunicación, su configuración, su control, su
funcionamiento, han llegado a ser agentes primarios de socialización y por lo mismo, nueva fuerza
organizadora de la realidad social. En razón de su
importancia, por ese en el debate mediático no caben
apresuramientos ni simplificaciones. Están en juego
demasiadas cosas. En el contexto actual de la nueva relaciones de
poder, y tomando en cuenta el debilitamiento acelerado de los
Estados Nacionales.

Sería ingenuo desconocer por ejemplo , que el
entramado telemático, planificado y dirigido por
Corporaciones articuladas perfectamente al sistema
económico financiero transnacional, cuyo control primario
se ejerce por el fascismo de nuevo
pelaje
, incrustado en el corazón
Wall Street.

Desde luego, tampoco la defensa del ideal democrático
puede descansar sobre el rechazo sin más. El
desafío es persistentemente descubrir, otras infinitas
formas de relación social. En principio, la acelerada
segmentación de públicos, parece una
disposición positiva y positivo es también el hecho
de que sea hoy el usuario de los medios, el centro de particular
interés para los investigadores especializados, en
definitiva se trata de fortificar todo lo que pueda contribuir
desde ellos o desde otras instancias a empujar, educar,
competitividades cívicas y desencadenar creatividades.

Conclusión

Las reflexiones en primer lugar: hemos preferido situarlas en
coordinadas temporales más que espaciales o locales,
partimos del presupuesto de la
posibilidad ética y la viabilidad democrática. Son
percibidas como uno de los problemas de mayor calado por la
mayoría de los pueblos en el inicio de este nuevo
milenio.

Por otra parte estamos convencidos de que las necesarias
oposiciones locales o regionales al problema para su
formulación misma y sobre todo para su urgente
aplicación obligarán a tomar en cuenta respuestas
seguramente incontables, pero simultaneas de otras localidades o
regiones, en un mundo más inter-referido. Estamos por
una sana globalidad mestiza.

En conclusión queremos dejar constancia de que, a pesar
de la aparente temeridad de algunos de nuestros planteamientos
están fundamentadas en realidades no menos severas, los
mismos de manera alguna a una visión o aptitud pesimista
de cara al futuro. Al contrario nos negamos rotundamente, a
aceptar la irreversibilidad de algunas visiones que parecen hoy
imponerse de manera definitiva. En época de
incertidumbres nadie sabe cómo será el futuro-ni
falta que hace
, pero algunos pensamos que puede ser mejor que
el presente. La humanidad está muy lejos todavía
de haber dicho su última palabra.

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Mons. Javier Echeverría del 11 al 13 Octubre Roma 2000.

 

 

 

Autor:

Pedro Rafael García

Escritor

Partes: 1, 2
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